jueves, 1 de abril de 2010

Tilo Trevisan

Tilo Trevisan


El norte santafesino es chamamecero, aunque es necesario reconocer que esta afirmación esconde de tras de si una homogenización que una mirada detenida y atenta nos debela como falsa. La región este, lindante con Santiago del Estero que abarca Ceres, Tostado y San Cristóbal llegando hasta el centro cruzada por una franja que la ruta nacional 11 que une pueblos y ciudades como Calchaquí, Margarita y Vera al igual que la Cuña Boscosa predomina el chamamé maceta o estilo tarragocero basado en el ritmo. En cambio si nos acercamos hacia la costa del Paraná buscando la Cuidad de Reconquista el chamamé se vuelve mas cadencioso hasta asimilarse al estilo de Isaco o Transito pero siempre guardando para si una identidad propia que se expresa como en músicos como Avelino Flores o Tilo Trevisan.
El día martes 27 de octubre fui hasta el Puente De La Noria, zona donde reside Tilo Trevisan. Llego de improviso, me recibe con ropa de trabajo, pues estaba haciendo acondicionamientos La Calandria –su bailanta chamamecera-: “justo te estaba por decir que me visites el sábado”. Yo solo atino a responderle con una sonrisa, estoy orgulloso de estar en frente de uno de los patriarcas del chamamé e íntimamente no me intereso ser inoportuno solo por el gusto de conocerlo. Nos presentamos intercambiamos palabra hablamos de su niñez rural y humilde de una familia agrícola de la colonia reconquístense y como esa niñez siempre estuvo atravesada por la música del litoral y el chamamé. También hablamos del acordeón de cartón que su hermana Irma le confeccionaba para jugar a ser músico primer antecente de un futuro promisoria, hablamos de su primer pequeña acordeón dos hileras que lo inicio en el camino del chamamé, de su encuentro con el bandoneón al cual le dedico todo una vida de estudio: Cuando le pregunta si alguna vez se tentó en tocar el acordeón sin dudarlo me responde: “ no nunca me gusto distraerme con el acordeón, mas bien me dedique a profundizar el estudio del bandoneón, siento que lo que puedo hacer en una acordeón también lo puedo hacer en el bandoneón”.
Me asombra la nitidez de sus recuerdos que remontan a esos primeros bailes regionales que fueron testigo de sus primeros pasos como músico. Para Tilo esa experiencia en sus primeros años dedicados a la música son también grato recuerdo que se expresan en obras musicales que la referencian esa etapa de su vida. Así nació el chamamé “Puerto Reconquista” o “campo el overo” a un camino que lleva a Nicanor Molina que en determinado momento su geografía muestra un gran bañado donde los peones de campos recuerdan las andanzas de un toro overo que le dio nombre al lugar o el chamamé “Viejo Paraje” tema que evoca imágenes de su niñez en Colonia Reconquista.
La charla me remonta a lugares comunes, a nombres comunes que referencian noches chamameceras y bohemias que pase en tiempos de estudiante en pagos de Reconquista. Pues justamente Tilo Trevisan nace en Colonia Reconquista - donde el chamamé se caracteriza por su cadencia- un 17 de mayo de 1945. De familia de músicos, sobre todo por parte de su madre, con apenas siete años late sobre sus manos un acordeón verdulera, a los doce años comienza sus estudios sistemáticos de bandoneón que define su identidad como músico y que lo inscriben en una tradición que desde niño lo marco como músico vinculadas a Transito Cocomarola y sobre todo a Isaco Abitbol que para don Tilo es un referente ineludible.
Cuando tenia 20 años el servicio militar lo aleja de su Reconquista natal y lo lleva a la Ciudad de Monte Caseros en Corrientes, sus obligaciones militares no le impidieron dedicarse a la música sino mas bien la complementaron, pues formo un trió chamamecero y fue parte de la orquesta de Monte Caseros logrando que el ejercito le ceda cinco días de licencia para presentarse en el Festival de Santa Tome. Poco después de lograr la baja del ejercito y volver a Reconquista por intermedio de Cacho Almirón conoce a Roberto Galarza -que en ese entonces estaba de gira por la zona- quien lo lleva como músico de su conjunto, a partir de ahí se dedica a ser músico profesional por cuatro o cinco años hasta que conoce a su actual mujer y se casa “entonces me tuve que dedicar a laburar –nos dice con una sonrisa-”. Cuando le pregunto por los motivos que llevaron a abandonar la dedicación exclusiva a la música el en forma tranquila y firme me explica “el músico siempre fue muy mal pago, es muy raro encontrar un músico que haya hecho plata con la música, son excepciones, yo no quería vivir así, yo quería en mi vejez estar bien”. Sus trabajos y dedicaciones fueron múltiples, trabajo en el puerto realizando mantenimiento a las tuberías de los barcos, también realizo mantenimiento en fábricas o mantenimientos en sistemas de calefacción… a pesar de esto la música siempre estuvo, y mientras se dedicaba a sus múltiples oficios, integro la orquesta de Armando Nelly, también fue parte del conjunto de Abelardo Dimotta, integro Cruz de Papel, grabo con los hermanos Sena, también con el Dúo Úbeda Chávez y con su grupo utilizando el nombre Tilo Trevisan acompañado por diversos dúos tiene 12 placas discográficas llegando a casi un total de 30 trabajos que cuenta con su participación.
Su ultimo trabajo discográfico se tituló “Reflexiones” grabado con el dúo Quintana Méreles, el titulo rebela una necesidad ante lo que el considera un genero musical en una situación critica como lo es en estos tiempos el chamamé, es un pedido a las generaciones presentes y futuras de músicos en defender una línea tradicional del chamamé que tiene como eje estilos autorales e interpretativos en Isaco Abitbol y Mario del Transito Cocomarola. Cuando le pregunte: ¿el chamamé tiene futuro? Duda en responder… y luego de pensar un instante reconoce que a pesar de esta situación critica y esa necesidad de reflexión existen buenos músicos que el considera necesario tener en cuenta, nombra a el grupo Mburucuya, los Blasitos, Rudi y Nini Flores entre otros músicos que alimentan sus anhelos y esperanzas de futuro para concluir que “el chamamé elaborado va a perdurar en el tiempo”
Sus reflexiones como interlocutor me mostraron coincidencias, discusión y diferencias en un intercambio de ideas rico y ameno –con uno de los últimos patriarcas que el chamame tiene-, esta charla a su vez derivaro en puntos de vistas y reflexiones nuevas, pero acaso lo mas valioso de la charla es haber conocido a un Tilo Trevisan reflexivo y profundo, pues además de ser un músico virtuoso y creativo es también un hombre preocupado por el cuidado de nuestra música a la que le dedico parte de su vida cultivándola con profundo afecto y dedicación.

Javier Gastón Gómez Maidana

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