jueves, 1 de abril de 2010

Eduardo Pesante

Eduardo Pesante

Presentación del autor

“Nací en Santa Fe en 1932. Desde niño fui un aficionado a la lectura y ya nunca abandoné esta pasión. Empecé a escribir en la adolescencia, especialmente cuentos policiales y de aventuras.
Al comienzo de mi carrera literaria me dediqué al teatro (1961) (Sitiados-Obando) abordando el tema histórico, que es una de mis mayores fuentes de inspiración, pero el poco éxito obtenido y mis sentido autocrítico me hicieron abandonar para siempre ese género.
Creo que es el cuento donde encuentro mi mayor realización.


He publicado Criaturas de Guerra (1964) que obtuvo el Premio Bienal de la ASDE en 1965: El soberbio capitán (1968); Pájaros en la niebla, (Premio Municipal en 1970 y Provincial en Narrativa en 1971); Concierto para la mano izquierda (1973); El día que no amaneció (1975); Crónicas de lo mágico cotidiano (1971); Los irracionales preparan el golpe (1980) y Algo sucede en Cuadernos de la Gaceta Literaria de Santa Fe (1984).
La temática que más me atrae es la del transcurrir inexorable del tiempo y la he abordado en muchas obras.
Por otra parte, me interesa el humor. La vida es trágica, pero debemos tomarla lo mejor posible y a ello ayuda el humor”.

El texto elegido
La temática que más atrae a Pesante, según propia confesión es la del transcurrir inexorable del tiempo. En este cuento parece haberse llegado a un punto en que el tiempo se agotó y comenzó a retroceder, como si alguien fuera pasando una película desde el final hasta el principio. Los personajes por un extraño cataclismo han retrocedido en el tiempo hasta llegar a la Era Cuaternaria y un gliptodonte los acecha fuera de una cueva. Al presentarnos subvertidos los hechos y las personas, en una caótica alternación del tiempo, el mundo de los sueños parece el más real y el mundo real se transforma en fantástico. Y en este punto aparece la clave del título Muerte conjetural de J.L.B. Porque no es sólo la palabra “conjetural” la que más nos acerca a la adivinación de las siglas, sino esa idéntica visión del tiempo cíclico y de la realidad y el sueño que tiene Jorge Luís Borges.
Por otra parte esa transposición del tiempo corresponde a un cambio interior que lleva al hombre a la pérdida de la propia identidad.
El relato está estructurado en forma de diálogo, lo que hace más ágil la narración y acelera el ritmo.
Un análisis detenido de la obra de E. Pesante nos aporta su visión del mundo y de los seres que habitan. la vida de la ciudad (se define como escritor de temas urbanos) muestra el egoísmo de los seres humanos, la incomunicación, el hastío, la indiferencia y finalmente la gran soledad del hombre frente a su destino, y la literatura fantástica ofrece un campo propicio a la evasión y a la crítica.

MUERTE CONJETURAL DE J.L.B.*
-Creo que fue allá en 1970 que en Buenos Aires se derrumbaron algunos edificios de varios pisos. Supongo que el ruido que produjeron al caer esas torres de hierro, cristal y cemento, se parecería al bramar de ese monstruo que anda por ahí.
-Yo era militar por entonces, y estaba en actividad. Se habló de dolo, de error de cálculos, de excesiva vejez, según los casos y los intereses en juego. Quizás lo que hizo que la gente olvidara pronto fue que no hubo víctimas.
-Sí, cuando no muere nadie, los delitos y los errores se hacen menos graves. Tenemos los humanos un singular aprecio por nuestras vidas.
-o teníamos, diga mejor. La situación ha cambiado.
-Todo lo que abunda pierde valor. La muerte de un hombre, de diez hombres, impresiona, porque es fácil individualizarlo y retener sus nombres. Pero cunado los muertos son mil o diez mil, la cosa cambia.
-Después la propaganda política, en esos casos, se encarga de sacarnos del error.
-Para meternos en otro. Pero esta vez se me ocurre que no habrá después.
-¿Cree usted realmente que esto s el fin?
-Por lo menos el fin de una era. Justamente cuando creíamos conquistar el espacio, luego de pisar la Luna. Hasta es irónico.
-Y no ha sido una guerra nuclear.
-Nadie sabe qué ha sido. Lo cierto es que hoy (ni siquiera sabemos el día que es), vos y yo estamos escondidos en esta cueva, supongo que no lejos de lo que fue Buenos Aires, dialogando como no lo hicimos en los tiempos de la Facultad.
-Del Colegio Nacional. Yo era un muchachito entonces, y no me atrevía a dirigirle la palabra.
-No creo haber sido un ogro como profesor.
-Yo tuve la culpa. O mi timidez.
-Pero te hiciste militar.
-Por eso mismo. Y hasta llegué a ser jefe de policía.
-Y tu historia es tan extraña como un cuento.
-Me sentiría feliz de que usted lo escribiera.
-Si esa bestia resoplante no nos aniquila, te prometo dictártelo, o contártelo. Será realmente una situación original, inédita. Me hubiese gustado que Adolfo estuviera vivo para sorprenderlo.
-¿Cómo fue que murió?
-Lo mató la Mazorca.
-Es asombroso todo lo que ha pasado.
-La crisis del petróleo se dio pocos años después del derrumbe de los edificios.
-Se habló de una rebelión del Tercer Mundo, de una conjura de los jeques árabes, de la influencia del Kremlin en procura de la destrucción de Occidente. Nada más que patrañas. Fue un anuncio. Cuando no hubo más petróleo, estaban muy adelantados otros métodos para obtener energía. Pero también resultaron inútiles.
-La guerra contra el Brasil no llegó a ser declarada, aunque se estuvo muy cerca, cuando el Paraná quedó convertido en un lodazal.
-Y los malones llegaron a atacar e incendiar Puerto Belgrano. Eran indios de a caballo, con lanzas y boleadoras.
-Lo más notable ocurrió, sin embargo, en el interior del hombre. Para negar los dogmas, se creaban nuevos dogmas; se decía estar en contra de los mitos, y se inventaban mitos para reemplazar a los que se rechazaba. La gente religiosa se volvía incrédula; y los ateos descubrían, así, de pronto, a Dios.
-Retornaron las pestes de la Edad Media, las grandes hambrunas. Los genocidios de la época moderna pasaron a ser un recuerdo sin importancia; un pecado venial de la humanidad.
-El monstruo sigue resoplando. Parece que husmeara, que cada vez estuviera más cerca de la boca de nuestra caverna.
-Yo vigilo constantemente, Maestro. El garrote y la lanza han reemplazado a la metralleta y la granada.
-No quisiera sufrir la afrenta de una muerte dolorosa.
-Yo lo defenderé.
-Me temo que sean inútiles sus esfuerzos tus esfuerzos, Recaredo.
-No me negará usted que la lucha contra la bestia tiene algo de épico.
-Yo, sin ánimo de ofenderte, la calificaría de otra manera.
-Parece que se aleja el gliptodonte. Porque en estas tierras del Plata, si Ameghino no se equivocó, un monstruo del cuaternario no puede ser otra cosa que un gliptodonte.
-¡Ya en el cuaternario! Es evidente que ha pasado el tiempo mucho más rápido de lo que jamás hubiéramos imaginado.
-¡Qué ridículas, en verdad, aparecen las investigaciones que coordinar con los servicios internos de seguridad e inteligencia, las conexiones ultra secretas con el exterior! Usted y todos los novelistas y cuentistas del mundo juntos no serían capaces de imaginar las innumerables pistas que seguimos. Todas falsas, según lo comprobé luego. Pero los grandes jefes, los Ministros, los Presidentes, los Comisarios Supremos exigían.
-La tontería entre los seres simples mueve la risa, pero cuando se encuentra ciertamente da pavor.
-Asistí consternado al resquebrajamiento de las carreteras y a la destrucción de las vía férreas. No fueron necesarios terremotos ni inundaciones; tampoco soles caldeantes ni fríos extremos. Nuestro razonamiento de seres humanos se esforzaba por encontrar el motivo, la causa del mal.
-El delirio colectivo trataba de justificar los hechos creando visiones.
-Yo alcancé a ver en la televisión en colores, en forma directa, por vía satélite, al mismísimo Napoleón Bonaparte. Sospeché que fuera un actor, pero tengo la impresión de que se trataba del auténtico Gran Corso.
-Que sucumbió en Waterloo, al igual que mis admirados héroes nórdicos tuvieron también su derrota, tal cual estaba escrito.
-Me pregunto si ha sido en verdad un retroceso.
-También yo me lo pregunto. Siempre tuve dudas sobre el curso lineal del tiempo. Igualmente cerca de qué es la realidad. Donde comienza el sueño, hasta donde lo imaginado se diferencia de lo real.
-El monstruo nos siente. Es algo más que oír, que olfatear. O algo menos quizás. Pero nos siente. Ha descubierto nuestra presencia en esta minúscula cueva. ¿No advierte usted un olor acre y fétido?
-Sí. Se parece al olor que3 debe tener el Infierno.
-Estoy preparado para la lucha. El garrote y la lanza están al alcance de mi mano.
-Me temo sean inútiles.
-eso poco importa. Usted no puede verlo, pero en este momento una de las garras del gliptodonte se introduce por la boca de la cueva. Ya sentirá el Maldito mi alfilerazo.
-Se irritará, se pondrá furioso, ya verás. Y pensar que me pasé la vida imaginando, conjeturando. Ahora asistiré a un hecho real. Poca es la diferencia, te lo aseguro. Pero me gusta. Aunque tengo ciertas dudas, creo que esto sacudirá mi fatiga.

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