jueves, 1 de abril de 2010

¿CHAMAMÉ SANTAFESINO O CHAMAMÉ DESDE SANTA FE?

¿CHAMAMÉ SANTAFESINO O CHAMAMÉ DESDE SANTA FE?

La Provincia de Santa Fe tiene características muy particulares que la hermanan y diferencia de las demás provincias del litoral, las cuales a su vez tienen grandes similitudes y diferencias entre si.
Una de esas similitudes y diferencias al mismo tiempo es el chamamé. Un ritmo común a las seis provincias que la integran pero con matices tan particulares que dentro de cada provincia y a su vez en cada zona es posible encontrar esas similitudes y diferencias.
El chamamé tiene muchas vertientes musicales y a la vez comienza a ser afluente de otras expresiones y géneros que sabe Dios donde llevaran su torrente sonoro. Corrientes es sin dudas el epicentro del chamamé, y si Corrientes es el átomo primogénito del “big band” chamamecero, entonces Santa Fe, por varias razones, fundamentalmente en la franja costera del este y en el Gran Rosario, es una de las primeras “galaxias” en formarse.
Santa Fe no es una provincia homogénea y eso se traduce a los gustos y las preferencias musicales que tiene cuatro zonas claramente definidas:
• La noreste, de Reconquista al norte, con influencia del estilo Cocomarola, con Avelino Flores y Apolinario Godoy como máximos representantes.
• La centro-este, que va de Reconquista a la Ciudad de Santa Fe, con influencia Montielera y con Héctor Ballario como altísima bandera.
• La noroeste, que abarca la mayor porción y va desde Rafaela hasta el límite con el Chaco, conteniendo lugares como Ceres, Tostado, Vera, San Cristóbal, donde la herencia Tarragosera reina, con exponentes tales como Ivotí y Miguel Figueroa.
• La del Gran Rosario, que es una mixtura de estilo Tarragosero con Ramón Merlo y que tiene a Monchito como referente supremo.

Identificadas las vertientes musicales cabe preguntarse ahora si existe un chamamé santafesino o simplemente es chamamé compuesto e interpretado desde Santa Fe. La misma pregunta que le cabe a nuestra lengua, esa que nos vino desde aquella España hace unos cinco siglos y que ni en su cuna ni aquí sigue siendo la misma.
Sin dejar de ser Español, cada país, cada región, cada zona, tiene sus modismos, usos, tonadas, jergas que diferencian perfectamente a la forma de expresarse de un Argentino, un Mexicano y un Peruano. Y aquí viene un problema de equivalencias y de identidad que es muy profundo y largo pero que trataré de sintetizar diciendo que ya no es lo mismo que con el idioma, pues cuando la raíz es común pero la forma, los fonemas y por ende las palabras son distintas comienza a producirse un fenómeno que se llama dialecto. El cual conserva similitudes pero también crea diferencias notables.
Por ejemplo: cuando uno escucha Ivotí advierte claramente una raíz Tarragosera, pero luego todo es tan distinto en cadencia, en expresión, en matices que no quedan dudas que es otra cosa, otro “lenguaje”, gráficamente diríamos un “dialecto taragocero”.
Ahora bien, con el tiempo, puede suceder que ese dialecto crezca tanto que se convierta en un idioma o que tienda a desaparecer superado por el idioma inicial u otro idioma circunstancial. Así también sucede con el chamamé en Santa Fe, principalmente en los surgentes del Gran Rosario y el noroeste donde los procesos dinámicos de las migraciones y las influencias de otros ritmos y la incesante búsqueda de una identidad conformaron un incipiente idioma.
Si Ivotí fue un dialecto musical, Monchito Merlo es un idioma. Como lo es Cholo Aguirre. Como lo es Miguel Figueroa. Como lo es Miguel Angel Morelli. Lo que no significa ser mejor ni peor sino distinto.
Santa Fe, conciente o inconcientemente fue creando estilos propios, perfectamente diferenciados, echando mano muchas veces a su diversidad cultural de sus inmigrantes, tomando y adaptando elementos que no le eran propios y conformando así un producto distinto: EL CHAMAMÉ SANTAFESINO.
Otras provincias, como Chaco y Misiones, también crearon un chamamé de características propias como es el caso de Los Cardozo y Zitto Segovia en la tierra del quebracho o de Ayala y Cidades en la tierra roja por citar algunos nombres.
El chamamé santafesino existe, está instalado, se escucha, late, vive, se expande y tiende a polarizarse en dos sentidos: el “chamamé canción” por un lado y el “chamamé maceta” (sobre cuya denominación tengo mis reservas) por el otro.
Por un lado el chamamé canción, devenido quizá de la “litoraleña” (un ritmo que pretendió instaurar Cholo Aguirre como el género musical autóctono santafesino), mixturado con la canción folklórica.
Por otro lado el chamamé maceta, rey del noroeste, precursor a su vez del chamamé santiagueño que extiende aislados dominios en el sur del país, debido fundamentalmente a la influencia de Ivotí por aquellas latitudes.
¿Y Monchito Merlo?. Bueno el estilo de este caudillo rosarino cuenta con el aporte de Elpidio Herrera junto a quien fundó una nueva vertiente, difícil de catalogar, tal vez por su aparición reciente, que podría considerarse una “tercera posición” que no solo ganó la total adhesión de los santiagueños sino que se fue extendiendo y metiendo en Entre Ríos y en el sur de la propia Santa Fe.
Hoy hay un chamamé santafesino y hay un chamamé desde Santa Fe, conviviendo, retroalimentándose, diferenciándose, ganando y cediendo espacios, tratando de sobrevivir y crecer.

Gustavo Machado

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